Después
de un viaje largo de subir a la montaña bella, se llega a la propiedad de Don Jorge y Doña Ana Acevedo. Manejando por su entrada
de vehículos, se pasa por el jardín de árboles, un bosque en el patio, y la piscina. Finalmente, se llega a la casa montañera
de Acevedo. La propiedad Acevedo en la montaña es un lugar que quiero visitar otra vez cuando regreso a Costa Rica. Es mi
refugio. Es un lugar donde puedo olvidar de mis problemas y la vida ocupada. Simplemente puedo vivir.
Casi
todos los viernes mi grupo y yo íbamos a la montaña para nuestra clase de reforestación. Aprendíamos sobre la importancia
del ambiente para la cultura y la prosperidad. Después, íbamos al ‘jardín’ para reforestar. Esta actividad consistía
de todos los niveles de sembrar un árbol. Primero, se agita la tierra. Luego, se la mezcla con excremento de gallina. Finalmente,
se siembra el arbolito. Cada persona, cuando sembró un árbol, tuvo que decir que significa un árbol para él y en la vida.
Para mí, significa un comienzo de algo nuevo y el crecimiento de la vida. También se podía ver los árboles de los años pasados
y como había crecido.
El
parte de nuestro día que todos los estudiantes esperaban, venía después de la clase de reforestación. Después de sembrar,
tomamos un cafecito preparado por Doña Ana. Íbamos a la casa donde Ana estaba preparando el mejor café y pan delicioso. El
olor delicioso extendió por toda la casa. Lavamos nuestras manos, sentamos, y aprovechamos el cafecito y la buena compañía.
Me
encantan las montañas; es como un pedacito de cielo. Siento como estoy más cerca de Dios. Me gustó esta montaña de Costa Rica
donde estaba la casa Acevedo también. Había una vista hermosa. Podía ver las ciudades del valle y la naturaleza de la montaña
al lado. El aire era más claro. Hacía más frío. Había un olor dulce de la naturaleza y el aire fresco. También, me gustaba
el silencio. No había muchos carros ni cables telefónicas como en la cuidad. No había mucha gente corriendo por allí y por
allá. No había muchas luces, por eso, se veía las estrellas muy claramente.
El
primer día en la montaña, conocí Chico. Él trabajaba en las casas de Don Jorge y Doña Ana como un hombre mañoso. Se presentó
como Francisco, pero dijo que todos lo llamaban Chico. Él nos informó, las tres que estábamos con él, sobre las plantas y
animales que existen en Costa Rica y en particular los que estaban en el bosque donde estábamos. Chico sabe muchísimo sobre
las plantas y está bueno con los animales. Por eso, unas personas se llaman a él ‘San Francisco’ de vez en cuando.
También, tiene esto apodo porque tiene un corazón dorado. No dice mucho pero cuando le dice algo, se reconoce que sus palabras
son sinceras. Tiene una presencia silenciosa y tranquila.
El
último día en la propiedad Acevedo saludé a Chico. Él, otra estudiante, y yo tuvimos una gran conversación, llena de risas
y lágrimas. Nos invitó a regresar a Costa Rica y a la casa en la montaña. Nos dijo que tenemos un lugar especial en su corazón.
Está
lugar de refugio es muy especial para mí. Significa la libertad, la vida, un comienzo, y un crecimiento continuo. Allí siento
libre de las preocupaciones de la vida, por eso, puedo vivir más enteramente. Puedo disfrutar de la bella naturaleza y descubrir
como he madurado mientras miro como ha crecido los árboles. Yo siento más unida con Dios y como si pudiera comenzar de nuevo
a cualquier momento. Es un lugar de refugio y libertad donde espero regresar.